sábado, 18 de abril de 2015

"Tengo una Muñeca Vestida de Azul": Mi primera Barbie

"Tengo una Muñeca Vestida de Azul": Mi primera Barbie: Aunque no soy una gran coleccionista de muñecas Barbies, creo que voy a volver muchas veces sobre ellas, ya que son un clásico de las Fa...

Mi primera Barbie


Aunque no soy una gran coleccionista de muñecas Barbies, creo que voy a volver muchas veces sobre ellas, ya que son un clásico de las Fashion Dolls, pero también marcaron un antes y un después para los coleccionistas o simples aficionados a las muñecas.

Barbie es además, fuente inagotable de estudios, encuestas, literatura, ensayos, estudios científicos y polémicas. Siempre tendrá fanáticos y detractores, siempre habrá alguien que identifique a Barbie con alguna falla o falencia del sistema de libre mercado o bien, el consumismo desmedido y la anorexia nerviosa, como habrán otros que la identificarán con un rol positivo, dulce y encantador, una versátil muñequita que ha hecho casi de todo en la vida, sin perder la facha ni el ropero. Barbie es un fenómeno cultural del siglo XX y por lo tanto, es imposible pasarla por alto.
No obstante todo lo anterior, esta vez voy a recurrir a un truco un poco menos académico, como es llevarlos a su propia niñez, para hacer recuerdos sobre nuestra primera Barbie.

En Chile, particularmente en Chile, tener una Barbie en los años 70, era una cosa de sueño de hadas, con caballito con cola escarchada y estrellitas saliendole del rabo. O sea, un sueño casi inalcanzable, excepto para niñas que tenían la suerte de que algún pariente, tía, tío o padre, viajara a la "lejana" ciudad de Mendoza y al regreso, entremedio de tanta casaca de cuero y jeans Levis auténticos, se viniera camuflada alguna Barbie con vestido rosa y sus accesorios que se atesoraban, como quien hubiera atesorado, el más maravilloso de los premios rosas del universo.




La primera Barbie que yo vi de cuerpo presente y en persona (valga la redundancia), fue en la casa de una amiguita que estaba de cumpleaños y jugando a las escondidas, yo me metí adentro del closet de su habitación. En realidad, no era nada tenebroso como en cuento siniestro, sino que un closet muy bonito, donde se destacaba una muñeca, flaca y estilizada, con un vestido dorado y unos zapatitos al tono, que daba la impresión de que  iba a caminar de un lado al otro de la repisa, indicándome algo.
Fue una bella visión, esa chica dorada de dorados cabellos y ojitos azules, de azul constelación.
Cuando me descubrieron mis amigas, también quedaron maravilladas ante tal visión y cuando le preguntamos a la cumpleañera sobre su origen, nos dijo muy soronda que su papá, que había viajado a Estados Unidos de negocios, se la había traído.

Todavía puedo recordar claramente la sensación del plástico de esa muñeca en mis manos, era distinto a todo lo que yo había tocado y el pelo era sedoso. 
En ese tiempo yo tenía una gran colección de muñecas. Como hija, nieta y sobrina única, cada cumpleaños, Pascua o fiesta, me llegaba una de regalo. Estaba la Patylarga, la Pascualina, la Janette, la que hablaba, la que caminaba sola (terrorífica), las guaguas de plásticos con sus cunas y cochecitos, las muñequitas de carey que alguna vez fueron de mi madre, la caperucita roja rellena con aserrín, la Gloria con ojos de acrílico y hasta una japonesa con pechugas y caderas. Pero nunca tuve una Barbie.

Así que descubrir esa tarde de sábado, entre globos, serpentinas y torta a esa muñeca, causó en mi un grato asombro. (Sí, así eran los cumpleaños en esa época, nada de transitar el griterío, la histeria infantil y los adornos al frío consumista de un MacDonalds, entre amburguesas con queso de plástico, bebidas con más hielo que líquido y un payaso aburrido y mechitiesudo cuya única gracia, es gritar para que todos sean felices).
Muchas de mis amigas infantiles, tarde o temprano tuvieron su Barbie, traída desde Mendoza, "encargada" a algún pariente en las Europas o bien, la "copia feliz del edén" reproducida por alguna empresa de plásticos chilena. En mi caso, la única Barbie que recuerdo haber querido conscientemente, fue una Barbie que se tostaba al sol y traía un traje de baño, que cuando se lo sacabas, le quedaba marcado. No sé si esa fue la PJ o la Malibu, pero en mi etapa infantil, esa fue la única Barbie con la que soñé.

Mi primera Barbie la tuve  en mi vida adulta y bien entrada en la cuarentena. Era una coleccionista de muñecas ya, cuando encontré de oferta a una Barbie Fashionista llamada Raquelle. Me gustó porque era articulada, muy distinta a aquellas Barbies que mi madre traía en los 90 desde el norte de Chile, cuando cada invierno viajaba a Iquique. Ella se las ingeniaba para traer tantas Barbies como le era posible, que ni el Viejito Pascuero en sus mejores momentos y con toda la ayuda de los renos, incluyendo al Rodolfo de la nariz colorada, habrían logrado movilizar.
Las Barbies se apilaban en sus cajas en el comedor de la casa y en menos de una semana, desaparecían en las manos de ávidas chiquilinas y sus madres, que se extasiaban al verlas. El negocio era bastante rentable y cada invierno, después de las vacaciones, aparecían las Barbies en masa, en sus cajas coloridas y con atuendos variados. La Barbie patinadora fue un acierto, porque esa se vendió al doble del precio normal. La Barbie con accesorios extras salió como pan caliente del horno y la Barbie Mágica con su caballo soñado, se fue más rápido que un suspiro. Pero eso era negocio, por lo tanto no fueron Barbies a las cuales les haya logrado tener cariño, aprecio o interés.

Mi primera Barbie fue la Raquelle Fashionista, impecable y la adquirí cuando ya llevaba tiempo de coleccionista. Me gustó por su cabellera y sus articulaciones y aunque la dejé partir, desde esa primera chica, he logrado apreciar a las Barbies, con toda su carga histórica. Incluso mi marido,  me regaló un libro sobre las Barbies a través de los años. De ahí mi natural curiosidad emigró a las Barbie Model Muse, con distintos moldes de cara, sin dejar de mirar a las más antiguas, que marcaron generaciones de niñas con su rosa, sus vestidos exquisitos, sus detalles fascinantes.



Pero me pregunto, cuales serán los lindos recuerdos de mis amigos coleccionistas. Cuál fue la primera Barbie de todas, con cuales soñaron, ansiaron y quisieron perder la razón. Cuál es la historia intima y  personal que nos une y nos hermana en el afán coleccionista y cómo Barbie ha hecho de nuestros días, momentos más felices.



Ahora, que somos todos adultos, podemos cerrar los ojos y hacer ese recuerdo que nos transporte (como a mi por ejemplo) adentro de un closet, donde estaba aquella primera Barbie. Volver a vivir ese primer asombro, esa curiosa necesidad de tomarla y sentir la sedosidad del pelo, el brillo de esos ojos, para permanecer allí por siempre, como si el tiempo nunca hubiera pasado y nos estuviera permitido ser niños por siempre.




¿Cuál fue tu primera Barbie y qué recuerdos tienes de ella? Todos queremos saber, compártelo.!!!!!!

sábado, 4 de abril de 2015

"Tengo una Muñeca Vestida de Azul": Muñecas, muñecas, muñecas.

"Tengo una Muñeca Vestida de Azul": Muñecas, muñecas, muñecas.: Las muñecas, nacidas a comienzos de los tiempos con fines ceremoniales y religiosos, hechas de barro, madera, hueso, cuero, cera u ...

Muñecas, muñecas, muñecas.




Las muñecas, nacidas a comienzos de los tiempos con fines ceremoniales y religiosos, hechas de barro, madera, hueso, cuero, cera u otras combinaciones de materiales han sobrevivido al paso de los siglos, porque a pesar de ser simples objetos suntuarios, han jugado un rol dentro de la historia humana, que no deberíamos desestimar.


Las primeras muñecas creadas como juguetes propiamente tal, fueron datadas en la antigua Grecia en el año 100 antes de Cristo, y eran muñecas articuladas en los hombros y caderas. Así también en la civilización romana se han encontrado muñecas hechas de telas y vestidas al estilo de la época.
Las muñecas tradicionales japonesas, son datadas entre el 8000 al 200 antes de Cristo, cómo también hay pruebas de antiguas muñecas africanas, hechas principalmente para propósitos rituales y ceremoniales.



Las Matryoshkas rusas, que representan escenas del campo en Rusia, nacen a finales del 1800, talladas como una esfera o cuerpo redondeado vació, donde se inserta otra muñeca más chiquita, así hasta completar al menos 4. 




En la mitología Inka, por ejemplo, también se encuentra una muñeca llamada la Sara Mama, Diosa de los Granos y la abundancia de maíz, uno de los principales ingredientes de la cocina Inca.

Hay muñecas de tipo ceremonial, hechas de fibras vegetales, trozos de madera, marfil, huesos, porcelana y hasta rocas en casi todas las antiguas culturas de los 5 continentes, sin embargo, el nacimiento de las muñecas modernas más o menos como las conocemos hoy se produce a finales del Siglo XV en Alemania, con cuerpos hechos de madera y algunas articulaciones, se podían vestir con ropas hechas especialmente para ellas. 

Las Fashion Doll propiamente tal nacen a finales del Siglo XVII, pero no es hasta que la Revolución Industrial entra en su máximo apogeo, que estas muñecas se hacen populares. Estas eran muñecas cuyos cuerpos se fabricaban con papel maché y pegamentos, con una cabeza hecha generalmente de una delicada mezcla de porcelana y otros ingredientes, que le daban una textura muy realistas. Con ojos de vidrio fundido o esferas de cerámicas pintadas a mano. 
Las muñecas de Bisque, nacidas en Francia, pero que después se fabricaron en Alemania y casi toda Europa, fueron las primeras Fashion Doll en la historia muñequera mundial. Finamente vestidas, con cabellos de pelo natural o bien de mohair, venían con atuendos lujosos y accesorios increíbles. No eran muñecas para todas las niñas, solamente para aquellas con padres suficientemente acaudalados, que podían darse el lujo de un regalo tan exquisito.

Las primeras bisque dolls representabas mujeres adultas, con atuendos esplendorosos y accesorios de muy delicada factura. Cuando las primeras bisque con moldes de bebé aparecieron en el mercado, no fueron tan bienvenidas y esto marcó claramente la división entre las Muñecas de colección o coleccionables y las muñecas para jugar o playdoll.

Las bisque se fabricaron hasta la mitad del siglo XX y entre sus mayores aciertos, está el haber sentado las bases de una industria próspera y en continuo crecimiento, pero también, el haber sido las causantes de conceptos que son tan habituales hoy en día como las Fashion Dolls.

Anteriormente al nacimiento de las bisque, también existía un floreciente comercio en torno a las Casas de Muñecas o Doll Houses, que tendían a ser reproducciones de grandes mansiones, con todos sus artefactos. Creadas a finales del Siglo XVI, se han encontrado en excavaciones en el antiguo Egipto, algunas réplicas de lo que podrían ser consideradas pequeñas miniaturas de palacios y templos, pero las Casas de Muñecas como las conocemos hoy, nacen en Europa oriental a finales del 1500, como las Casa Gabinete o Cabinet House. Que era una repisa, dividida por pequeños compartimentos, que representaban distintas habitaciones de una casa, con todos sus utensilios, muebles, cortinajes, etc.

Las escalas más comunes de las casas de muñecas, son las de 1/18 y 1/12. Si tomamos en cuenta que una Barbie actual es  de escala 1/6, estamos hablando de reales miniaturas. La época dorada para las casas de muñecas, es la Era Victoriana, de mediados del Siglo XIX hasta inicios del Siglo XX.
Las Casas de Muñecas, podemos considerarlas dentro del mundo de las muñecas, principalmente por el rol que jugaron en la creación de "ambientes" donde nuestras preferidas podían "vivir".


Otra de las muñecas, con que más de alguna persona de mi generación debe haber tenido el gusto de jugar, son las "muñecas de papel". Aparecidas en la segunda década del siglo XX, estas muñecas se imprimían en libros recortables, y venían con una variedad de ropa y accesorios,  que podían considerarse Fashion Dolls en su propio universo. Hay una variada gama de Muñecas de papel que representaban las bellas y delicadas formas de movimientos arquitectónicos y plásticos como fueron el Art Deco y el Art Nouveau, de inicios del siglo XX, pero también acercaron las Fashion Dolls a generaciones de pequeñitas, que en otras circunstancias, no hubieran tenido acceso a ellas. Los libros de muñecas de papel fueron tan populares, que incluso se incluyeron ediciones especiales en diarios, periódicos y hasta en revistas de modas.


En realidad el Movimiento Art Deco y Art Nouveau generó una corriente nunca antes vista de figuritas talladas, moldeadas o fundidas, que representaban escenas cotidianas, pero de una vida sofisticada. De esta misma corriente, nace de un libro de ilustraciones un muñequito hecho en celuloide llamado Kewpie, que se fabricó masivamente a nivel mundial y que finalmente transformó la industria de la manufactura de muñecas, en una empresa con muy serios dividendos.



De ahí, hasta la creación de Barbie en 1959, no pasó mucho tiempo, pero la industria finalmente cambio con la incorporación de esa pequeña muñequita, de no más de 30 cm de alto, que a pesar de sus inciertos orígenes, llegó y se quedó en los juegos y deseos de generaciones de niñas y también, de niños.  
Barbie inicia la revolución de las Fashion Dolls para todas las niñas, no sólo para algunas afortunadas. Tener una Fashion Doll ya no fue más un tema exclusivo y reducido para hijas de acaudalados empresarios de la era industrial, ni serían limitadas en número o líneas. Mattel se tomó tan en serio el "juego" con Barbie, que con el paso de los años desarrolló una industria billonaria, que difícilmente ha podido ser abatida, a pesar de la gran cantidad de detractores que la chica ha tenido.



Convengamos que si las primera muñecas que se crearon, fueron hechas por motivos místicos, religiosos, en consideración a ritos propios de la naturaleza y a deidades que proveían granos, alimentos y lluvias en abundancia. Tenemos que aceptar que Barbie fue creada para transformarse en un éxito de ventas y con ello, sustentar una de las industrias y emblemas más influyentes de la segunda mitad del Siglo XX. Quedar ajeno al influjo de una Barbie, es como negar la invención del alumbrado público. Ahí está y ahí permanece, en su trono un tanto abollado, pero demostrando que es una muñeca con los pies (de plástico) bien puestos sobre la tierra.



Después de Barbie, se produce un florecimiento de empresas jugueteras dedicadas casi exclusivamente a la creación y fabricación de muñecas de carácter masivo, para ser distribuidas a lo largo y ancho del mundo, con más poder y más penetración que marcas como Coca-Cola o Nike quisieran haber logrado. Aparecen las Ball Jointed Doll, o BJD que eran un concepto antiguo, pero con un indiscutible revival y mejoramiento de la calidad de mano de jugueteros japoneses, coreanos y chinos. Se crean muñecas que nadie hubiera imaginado que se transformarían en un éxito de ventas, como las Blythe y las Pullips. 

Se diseñan líneas exclusivamente para coleccionistas adultos, como las Tonner, Sybarite o las Fashion Royalty...y así el rubro se diversifica y cada cuanto encanta con alguna nueva novedad, algún nuevo avance que nos ilusiona, como las más modernas Phicen Dolls que posee un cuerpo de acero inoxidable completamente articulado, revestido por un tipo de plástico polimerizado. No podemos olvidar a las Reborn Dolls, que son muñecas de tipo realistas que imitan a un bebé de meses, también del universo de las coleccionables principalmente para adultos, pasando por la Monster High, las Bratz, las Moxie, Momoko, Kuhrn, Takara, mini BJD, en fin, el listado podría ser infinito.



Es interesante considerar la evolución de la muñeca, dentro de la misma evolución social, económica e industrial de los pueblos, porque tal vez como ningún otro objeto, ha logrado trascender hasta convertirse en un ícono invaluable de la niñez de generaciones. Es hermoso poder entender que las muñecas han logrado sobrevivir a todo tipo de desastres, corrientes políticas, guerras, crisis económicas, debacles mundiales, con sus caritas de inocencia, sus cuerpitos de plástico, papel maché, género o madera. Ellas han sido fieles compañeras, desde nuestra primera infancia y para los coleccionistas de muñecas, siguen siendo figuras y cuerpitos que añoramos y por los cuales sentimos la más grande de las admiraciones.

Tal vez, una de las facetas más hermosas de ser coleccionista de muñecas, es darnos cuenta que estas chicas han evolucionado con la misma historia de la humanidad, pero siempre han estado dispuestas a regalarnos tardes de dicha y entretención, sin pedir mucho a cambio.


¡Muñecas, muñecas, muñecas! una gran pasión que llena la vida de muchos.